Recuerdo que en septiembre de 2020, saliendo de la pandemia, la historia se repitió:

“Bueno, sobrino, hazme una tabla que este año sí que me pongo en forma”.

Pero esa vez algo íbamos a cambiar.

Te sigo contando...es más, te dejo la conversación:

- Sobrino, hazme una tabla que este año sí que me pongo en forma

- Vale, Chacha (así es como le llamo yo). Tú vas andando a trabajar ¿verdad?

- Sí

- Y ¿cuánto tardas?

- Unos 15 o 20 minutos.

- Lo que quiero que hagas es que te pongas las mallas, las zapatillas de deporte y vayas a trabajar andando como ya haces pero vestida de deportista.

- ¿¡Cómo?! Si me da vergüenza ir por la calle vestida así.

- Cara de póker o emoji con ojos abiertos durante 5 segundos…

- Vale, lo hago. Es tan poco lo que me pides que lo voy a hacer. Pero, ¿me lo estás diciendo de verdad o es coña, sobrino?

- te lo estoy diciendo muy de verdad. Además te voy a pedir que te pongas las mallas y zapatillas más monas que tengas. Este año la tabla empieza así, Chacha.

- Vale, vale. Confío en ti.

Después de 8 semanas, mi tía empezó a ir todas las semanas a clases de ciclo y entrenamiento funcional en el gym de su barrio.

En la actualidad mi tía ha bajado los 10 kg que quería quitarse desde hacía más de 20 años.

Y lo mejor, es que ya no hace ejercicio para bajar de peso si no porque forma parte de su vida.

Porque estar en buena forma física es mucho más que solo bajar de peso